Descripción de una casa

Típica mañana en mi casa...

Aquí estoy esperando la dueña de la casa. Supongo que no se ha despertado, porque no ha venido. Seguro todavía está acostada esa cama, tan grande y alta…, donde muchas veces me la he encontrado con ese montón de cobijas encima.

Y yo aquí, sólo con una cobija. Pero la verdad, no me quejo, la mantita que tengo es muy calientita. Ni que hablar de mi campito, que desde que llegué acá lo adopté. De hecho, ya todo el mueble es mío, porque en él están todas mis cosas: las cortinas (para que en la noche no me entre aire frío por las rejas del portón), el shampoo, el cepillo y las cobijitas, que tengo varias, aunque siempre me ponen sólo una.

Este mueble donde duermo está a la par de una cosa blanca, que casi todas las mañanas, encienden y suena todo raro, pero rico, porque me duerme. En esa cosa que suena, echan un montón de trapos, todos de diferente forma y tamaño; siempre blancos, negros o grises.

A la par de la cosa grande blanca, está algo, que le llaman pila. Para mí, es un baño. Me da miedo, porque cada vez que me suben en ese lugar, me mojan toda y me da mucho frió. Lo bueno es que después, huelo todo rico y a mi familia le encanta, entonces, me acarician más. Y me hace sentir a gusto.

Muy cerca de mi cuarto está el de una muchacha, la ventana se encuentra frente a mi baño. Siempre la escucho haciendo ruidos raros, como cantando.

Cerca de mi mueble está el portón que da al patio, ese portón lo cierran todas las noches. Fue por eso que le quitaron un par de palos, para que yo pudiera entrar y salir cuando quisiera o cuando tuviera necesidad.

El patio es todo bonito. Hay tres árboles grandes, que echan unas frutas muy ricas, y siempre que me las como, me duele la panza, pero igual son ricas. Ahí está mi cuarto de juguetes, el cual además de proteger mi peluche de gato y de perro, sirve para ver las estrellas en la noche, porque el techo es transparente. En las mañanas también es muy rico estar en el patio, porque pega un solcito todo calientito. Es aquí cuando las bancas de madera, que están a la par del cuarto de juguetes, tienen su utilidad, pues ahí me acuesto y me asoleo.

Más allá de donde yo duermo hay un lugar en el cuál se reúne la familia. Ese aposento se ve muy cómodo. Hay unas cosas grandes, creo que se llaman sillones. Estos son suavecitos, pero yo tengo prohibido sentarme en ellos. Sólo lo hago cuando no me ven.

También hay un aparato muy peculiar. Es una caja en la que se ven imágenes en movimiento y se escuchan sonidos sincronizados. A esa caja le dicen televisión y está muy cerca de la mesa donde todos se juntan a comer. Yo no como ahí, pero huele muy rico y no puedo resistir la tentación de acercarme. Y como me chinean tanto, casi siempre me dan a probar lo que están comiendo, que sabe delicioso.

Pero escucho pasos, es la dueña de la casa, viene hacia aquí, al patio, donde estoy yo. Me lleva con ella y me acaricia. Creo que vamos a pasear. Entramos a la cocina, blanca y ordenada, que huele muy bien esta mañana. Ahora estamos en el comedor donde están la gran mesa y la caja que suena.

En la sala, donde están los sillones, y en cuyas paredes se observan bonitos cuadros, está esa muchacha que canta. Ella me saluda, y yo continúo el camino. Ahora estoy en las afueras de la casa y la puedo ver en todo su esplendor. Es más que mi casa, es mi hogar, iluminado y cálido. Aunque salga de él para ir a pasear, siempre vuelvo y soy feliz.